Un viernes cualquiera
Dedicado a nuestros viernes, abuelo.
Un viernes
cualquiera, andaba camino a casa de mi abuelo, donde, como cada viernes,
quedamos para comer. El viento de finales de septiembre anunciaba, un año más,
el final del verano y la vuelta a la rutina, vuelta a los exámenes, vuelta a
los entrenamientos y vuelta a las comidas que cada viernes hacemos mi abuelo y
yo, para contarnos qué nos ha pasado a lo largo de la semana.
Como cada viernes, había un plato de pasta,
un poco de ensalada y algo de proteína, un menú, que aparte de ser delicioso y
saludable, es perfecto para coger energía para el entrenamiento con el equipo
de baloncesto de más tarde.
Por razones que aún a día de hoy no sé
explicar, me quedé embobado mirando un cuadro que había visto mil y una veces a
lo largo de mi vida, se trata de un lienzo que retrata a una mujer de las que solía
dibujar mi abuelo para las agencias de moda y las tiendas de ropa de la España
de las décadas de los 50 y 60.
Me quedé observando la mirada de esa mujer, desafiante, pero a la vez seductora y femenina. -¡Deja de mirar a las musarañas,
hombre!- Me dijo en tono bromista mi
abuelo. -Lo siento abuelo, es que tengo mil cosas en la cabeza…-
-Hace
ya un tiempo que no haces ninguna exposición.- Hubo un leve silencio –La verdad
es que sí, pero es mucho lío y aparte, no tengo suficientes óleos.- -¿Y si hacemos algo diferente? Algo que sea
muy Pepe Ortín ¿Y si ponemos tus dibujos de moda y de esas chicas de toque
¨vintage¨?-
-Eso no vale nada- -O quizás sí, piensa que eres el artista más afortunado del mundo, no necesitas vivir de tus obras, tienes tu vida resuelta y aparte tu no pintas por encargo o para ganarte la vida, tu pintas por amor al arte.- Hubo otro silencio, este un poco más largo. -¿Y donde lo haríamos?- -No lo sé, pero cerca de casa para que puedan ir nuestros amigos, y tiene que ser en un sitio bueno, El Escorial sería un buen sitio- -¿y cómo lo llamamos?- El coche se paró, ya habíamos llegado al pabellón donde entreno. Me baje del coche y antes de cerrar la puerta le dije: -No lo sé, pero al ser una cosa tan personal tiene que ser algo que salga desde dentro.-
-Eso no vale nada- -O quizás sí, piensa que eres el artista más afortunado del mundo, no necesitas vivir de tus obras, tienes tu vida resuelta y aparte tu no pintas por encargo o para ganarte la vida, tu pintas por amor al arte.- Hubo otro silencio, este un poco más largo. -¿Y donde lo haríamos?- -No lo sé, pero cerca de casa para que puedan ir nuestros amigos, y tiene que ser en un sitio bueno, El Escorial sería un buen sitio- -¿y cómo lo llamamos?- El coche se paró, ya habíamos llegado al pabellón donde entreno. Me baje del coche y antes de cerrar la puerta le dije: -No lo sé, pero al ser una cosa tan personal tiene que ser algo que salga desde dentro.-
Un coche pitó pidiendo paso.-Bueno, lo vamos
hablando, te quiero nieto, pásalo bien.- - Y yo a ti abuelo, nos vemos mañana.-
cerré la puerta y el coche se fue.
Y así surge
esta locura, de una conversación casi sin importancia, una idea que surge de
forma súbita a raíz de la conversación en un coche. Puede que la causa fuera la
mirada de aquel dibujo, no lo sé, lo que sí les pido es que disfruten de esta
locura de un nieto y un abuelo. Disfruten como yo disfruto de la suerte de
tener este abuelo, y dejen brotar las emociones que les transmita la mirada de
una chica sobre un lienzo. Disfruten.
Fdo.: Un nieto
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